jueves, 11 de agosto de 2011

Casa do Alentejo

Con respecto a los viajes, hay quien dice que no se debe regresar a los lugares en los que hemos disfrutado.

No estoy de acuerdo.

Supongo que hay gente que soporta mal el paso del tiempo y volver a sitios que les recuerdan lo jóvenes que eran les enfrenta a lo viejos que son. Lo felices de entonces y lo amargados de ahora. Los sueños y esperanzas de ese momento y la frustración de comprobar que, pasados los años, no han sido capaz de ejecutar esos proyectos.

Curiosamente, esa sensación de angustia por la fuga del tiempo, sí es algo que me representa bien.

En cualquier caso, la semana que viene volveré a Lisboa, y espero poder ir a cenar a la Casa do Alentejo. Allí fui joven, feliz y lleno de sueños y esperanzas, aunque sólo fuera una noche, una cena.

Mentiría si dijese que recuerdo qué cené. Sería un embustero si, rebuscando en la carta recomendase ahora el Medalhão de Vitela Branca, com batata corada, presunto e legumes assados (aunque es probable que conociéndome y conociendo al viajante de entonces, hubiese tomado Açorda Alentejana, azeite, coentros, alho, pão alentejano e ovo escalfado y Lombo de Bacalhau, no forno com batata e pimentos). Porque aunque no tenga mal recuerdo de la comida, en realidad todo eso es irrelevante. Lo hermoso es lugar, en pleno centro de Lisboa, pero oculto, medio escondido tras un cartel poco descriptivo. Iba a decir "ligeramente decadente", pero creo que simplemente "decadente" es más exacto.

Tras la sórdida entrada, un patio árabe. Paredes y suelos de azulejos, una pequeña fuente, columnas de mármol con capiteles abigarrados, celosías... Lo dicho: árabe. El jaleo de la ciudad, tras las paredes, a pocos metros, me pareció muy lejano. Y subimos la escalera para llegar al restaurante. Dos salones en las que los azulejos formaban murales.

Y allí, en mesas incómodas, en una esquina en la que había desconchados, cenamos. Éramos cuatro. Era el principio de una primavera que aún era fría una noche con luna llena. No recuerdo qué dijimos ni pasó nada excepcional. Pero es un sitio al que me apetece volver. Un lugar diferente que, después de varios años, sigo recordando. Y mi memoria no es demasiado buena.

Debería buscar las fotos de ese viaje e ilustrar este desastre de primera anotación con alguna aportación propia. Pero el paso a digital supuso una verdadera marea de archivos, y como gran desordenado, nunca he sido capaz de seleccionarlas, colocarlas, etiquetarlas. Pero ese ya es otro cantar...

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